Versos bipolares a la orilla de una estela

 

 

Estoy en el marco de una esfera

que se interpone entre la luz y la sombra,

generando en su vuelo una estela

 fugaz que añora el viento, la tierra.

Hoy me siento con la inseguridad

de un adolescente necesitado

de respuestas instantáneas, 

a la voz de ya, con urgencias vitales

Oigo sabores, saboreo vientos

Unirlos…!ojalá pudiera!

La razón indignada, la pasión desatada

locura sin freno, donde nada importa

…la echo de menos…

El viento amaina, el capitán se aparta

ha de seguir sustentando el timón

con los albores recién nacidos,

o correrán el peligro de caer al vacío,

…en el olvido

Una brisa marinera envidiosa

roza el juego de la mar con la barca

Apenas el sol despunta más allá del horizonte

La luna se esconde.  

En cubierta todos los rayos templan

el aire que despliega las velas.

Dejo mecer mis sentidos

Sal y arena cubren de silencios mi espacio

…Ya no avisto tierra.

.

La sal en los labios despierta

el gusto aletargado en la noche

Una gaviota parlotea dejando

ecos lejanos tejidos en lo profundo

del alma, … aún inquieta

Sus lamentos se entremezclan

con la brisa, las olas, la espuma 

Mis voces internas no cesan en su empeño

de hacerme despertar de este sueño,

de este sueño, …de este sueño…

.

El embrujo de las olas

tiende una escalinata pasajera

que se balancea hacia un futuro imperfecto

de costas verdes y acantilados rocosos

Vuelve el viento a soplar a barlovento,

las olas se retuercen dibujando

espumas de mar sostenidas con un sólo pensamiento:

tú, la brisa, el mar…otra vez tú.

…Atrevimiento

.

Inercia desmedida de comienzos y giros

del destino que transportan esperanzas nuevas

hacia espacios donde solo habita el silencio

en tus manos

Tiempo eterno de sabios vientos que riegan el velamen.

La nave despierta, recobra la vida, !nos movemos mi capitán!

El futuro espera, la estela en el mar reclama el pasado, 

el pasado, el pasado…

.

Por fin despierto. La arena de la playa calienta

mi sombra, alargada y plana. Adiós silencio.

La mar quedó a mi espalda…

Bágoa de Luar

@A medias

Imagen: Xose de la Paz

Ciclo Poesía en el Palacio: Antonio Jiménez Millán

Este jueves, 16 de Febrero de 2012, a las 20.30 horas tenemos una nueva cita con la poesía en el Palacio de los Patos, Granada.

En esta ocasión el poeta y novelista Alejandro Pedregosa, nos presentará a Antonio Jiménez Millán (Granada, 1954), catedrático de Literaturas Románicas en la Universidad de Málaga. Entre sus libros de poemas cabe destacar La mirada infiel, Antología poética 1975-1998 (Diputación Provincial de Granada, 2000), Casa invadida (Madrid, Hiperión, 1995), Inventario del desorden (Madrid, Visor, 2003) y Clandestinidad (Madrid, Visor, 2011). Ha recibido los premios internacionales de poesía “Rey Juan Carlos I” en 1986, “Ciudad de Melilla” en 2002 y “Generación del27” en 2010.

He aquí una muestra de su poesía:

AULAS

No són distints la vida i l´art, vas dirme.”

                                   Joan Margarit (“Els primers freds”)

A Pere Rovira y Celina Alegre

Olvidarán la luz de una tarde de octubre,

la claridad que llega hasta el fondo del aula

y más tarde la lluvia, el primer frío,

cuando el otoño avance con su caudal de sombras,

porque aún tienen tiempo,

todo el tiempo del mundo,

y puede que el olvido sea también

reino de juventud, como dijo el poeta.

Quién sabe si algún día, lejos ya de las clases,

volverán a los versos que yo les explicaba

entre manchas de tiza y un viejo borrador

que pasa sobre nombres, fechas, títulos,

imágenes nocturnas,

metáforas de nieve y desencanto,

islas perdidas, fértiles, donde aguardan enigmas.

Ahora,

esta tarde tranquila es como un brindis

por el príncipe oscuro en su torre abolida,

por la infinita vanidad de los ritos solemnes,

por todas las palabras que han convertido en oro

el barro suburbial de las ciudades,

por el aire de vidrio

que cruza la mañana frente al mar

y se parece a un sueño.

Quise decirles

que el arte no es distinto de la vida

y a veces nos reserva,

en medio de la noche más cerrada,

una pasión antigua, un gesto cálido

igual que el sol de octubre

a principio de curso.

                 (Clandestinidad, 2011)

La imagen, Aquí

Mi Mano Con Regocijo, por Inma Campos Lara

 

 

Mi mano con regocijo
borra del pozo el blanco rostro de la luna
El silencio duerme enredado en los luceros
la sombra profunda y helada de la noche
se pierde con la aurora.

Derrama el sol hilos de oro
en el rincón más oculto de la alcoba.
Mis manos aun húmedas
te mojan la frente de luna.

Veo crecer la mañana en tus ojos
en el aleteo joven de tu corazón inquieto,
en la sabia fresca de tus labios
en la abigarrada primavera de tu cuerpo.

El sol se levanta triunfante
sobre las sabanas
desnudándolas de misterio,
se estrella furioso en las paredes
traspasando el umbral de la puerta.

Tú, como pereza dormida
sonríes dulcemente
proyectando sobre mi tu sombra.
El agua de la luna de tu frente
me cae sobre los párpados.

El sol se ha alejado indolente
Ahora estamos solos tú y yo
como dioses, bebiéndonos las sombras.

Inma Campos Lara

Imagen: Mj Sierra, Luna de Sombras 

Cartas Desde el Norte (capítulo II)

El Camino

 

En las noches de invierno, con el cielo despejado, miraba hacia el Sur en busca de la estrella fugaz que, caprichosa, rasgaba el firmamento iluminando intensamente la bahía.

Subió la colina a oscuras. Llevaba consigo algunas monedas de plata envueltas en un pañuelo que formaba un atillo. A duras penas intuía donde poner lo pies al avanzar.  En varias ocasiones las piedras de la ladera le jugaron malas pasadas y estuvo a punto de caer.

A lo lejos vio una luz que se desplazaba por el horizonte. Se acercaba, aunque muy lentamente, su movimiento era casi imperceptible, parecía fija. Pensó en un barco, un carguero quizá, de los que cruzaban las costas todas la noches. De pequeño solía observarlos imaginando los exóticos destinos en los que descargarían sus mercancías y se sentía pirata por un rato surcando mares desconocidos de peligros constantes. Estos pensamientos le provocaron melancolía, una melancolía que se concentraba en su diafragma y le provocó varios suspiros y que moviera en vaivén su cabeza antes de volver a la realidad bruscamente tras dar otro traspié con una roca.

Miró de nuevo hacia lo que creía debería ser la cima de la colina. Aún quedaba un trecho y la ladera parecía inclinarse por momentos. Le pareció curioso sentir a la vez como sus piernas estaban calientes por el esfuerzo, casi agarrotadas, y sus pies fríos.

Sus zapatillas deportivas apenas conseguían calentarlos en aquella noche fría de invierno. Volvió de nuevo su mirada hacia la costa. La luz del barco se había multiplicado por dos en su derrota hacia la costa. Seguramente se dirigía hacia el puerto que estaba tras la colina. En otras circunstancias le hubiera gustado llegar a la cumbre y observar desde allí las maniobras de atraque y descarga.

El tiempo se le agotaba. Intentó mirar la hora por no pudo distinguir las agujas de su reloj. Desistió a la par que aceleró el paso.

No había luna, el cielo estaba salpicado de miles de estrellas, el mar en silencio reflejaba aquella cúpula punteada de pequeñas luces repartidas de manera caprichosa. Se sintió pequeño, fugaz  ante aquella inmensidad.

De repente, sin aviso, apareció la Señora.  Majestuosa, con su traje verde, vestida de gala.

Nunca tuvo miedo de ella, a pesar de que su abuelo le había prohibido hablar de ella o mencionar su nombre. Aún hoy en día no entendía que pudiese haber relación entre la Señora y los malos augurios. Siempre hubo que ignorarla, mirar para otro lado, agachar la cabeza y hacer como si no hubiera venido a visitarlos. Sin embargo, siempre se quedaba maravillado cuando aparecía con su caminar zigzagueante, su coreografía meticulosamente ensayada, su manera de aparecer y desaparecer por sorpresa.

Imagen: Mj Sierra
Texto: Lúa da noite